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Red Shambhala -Magic, Prophecy,and
Geopolitics in the Heart of Asia
por Andrei Znamenski
(Reseñas)
Shambhala es
una antigua profecía budista tibetana acerca de la tierra de la felicidad
espiritual. Al mismo tiempo, era un poderoso llamado a la resistencia
espiritual originalmente dirigido contra los invasores musulmanes durante
la temprana Edad Media. Usando fuentes de archivo y memorias, el libro Red
Shambhala explora cómo en nuestra época moderna, particularmente en los
años '20 y '30, un grupo de gente (aventureros espirituales,
revolucionarios y nacionalistas) quiso usar Shambhala y profecías
relacionadas del mundo tibetano-mongol (Oirot, Amursana y Geser) para
promover sus proyectos espirituales y geopolíticos.
La mayor
parte del libro está enfocada en la tentativa bolchevique de usar profecías
mongolo-tibetanas en su "teología de liberación" para trasladar el
comunismo a Asia Interior. El libro explora las actividades clandestinas de
los bolcheviques de la Sección Mongol-Tibetana de la Internacional
Comunista que se apoderó de Mongolia y luego, disfrazados como lamas
peregrinos, intentaron poner al Tíbet en llamas. El lector entrará a una
extraña competencia geopolítica sobre profecías autóctonas, entre los
bolcheviques y sus poderosos opositores: el Ja-Lama, un "lama
vengador" con un gusto por derramar sangre durante sus rituales tantra,
y el renegado barón báltico Roman von Ungern-Sternberg, quien quiso
conectarse a las leyendas budistas tibetanas a fin de revivir las
monarquías tanto en el Este como en el Oeste.
También
encontramos al monje buriato Agvan Dorzhiev, un antiguo tutor del 13er
Dalai Lama y un antiguo compañero de viaje de los bolcheviques, que quiso
llevar a todo el pueblo budista tibetano de Asia Interior a una gran
teocracia, y a su compatriota Elbek-Dorji Rinchino, el primer dictador Rojo
de Mongolia, que alimentó un sueño utópico de construír una república
socialista que uniría las nacionalidades budistas tibetanas desde Siberia
al Tíbet.
Otro
destacado personaje delineado en Red Shambhala es Nicolás Roerich,
el pintor y ocultista ruso, que jugó con la misma idea de combinar el
budismo tibetano con el comunismo. Conducido por su Maestro ultraterreno,
él se hizo pasar por una reencarnación del Dalai Lama, y coqueteó con los
bolcheviques en un intento de desencadenar la guerra de Shambhala en el
Tíbet. El objetivo final era provocar la Unión Sagrada del Este, una
teocracia budista tibetana que regeneraría espiritualmente a la especie
humana. El libro también llama la atención hacia otro personaje
interesante, amigo de Roerich, el Vicepresidente de F. D. Roosevelt, Henry
Wallace, que de manera similar se contactó con la sabiduría budista con la
esperanza de diseñar un mejor mundo.
Finalmente,
pero no lo menos importante, encontramos a personajes tales como Gleb
Bokii, comisario de la policía secreta y el principal criptógrafo
bolchevique, que, junto con su amigo escritor Alexander Barchenko, trató de
usar la profecía de Shambhala y las técnicas del Kalachakra para
conjurar al ser humano comunista ideal.
A pesar de
sus diferencias, todos estos buscadores fueron conducidos por la misma
tentación totalitaria, una búsqueda de poder y de soluciones finales. Ellos
estaban sinceramente convencidos de que serían capaces de construír un
paraíso sobre la Tierra, una ordenada comunidad humana carente de cualquier
contradicción espiritual y social. Fue natural que casi todos estos
"maestros iluminados" terminaran sus vidas trágicamente.
Esencialmente, Red Shambhala es una historia triste sobre el poder
político y la espiritualidad, una historia que está ambientada en el
ambiente turbulento del pasado siglo XX, que un historiador alguna vez
llamó "la época de los extremos".
Reseñas:
• Red
Shambhala entra en un laberinto de intriga con una colorida serie de
policías secretos bolcheviques, espías, ocultistas, jefes militares
mongoles y monjes budistas. Andrei Znamenski muestra cómo los comunistas
soviéticos en los años '20 buscaron tener una influencia geopolítica en
Mongolia y el Tíbet, proyectando su revolución mundial en antiguas
profecías mesiánicas que existían entre miembros de las tribus de Asia Interior.
Inspirados por el mito de sabios escondidos que dirigen el destino del
mundo, los Roerich agregaron una aventura visionaria en medio del gran
juego de las potencias competidoras —Inglaterra, Rusia y China— por el
dominio del Este. Una historia de espionaje de primera clase, derivada
totalmente de archivos soviéticos recientemente abiertos. (Nicholas
Goodrick-Clarke, autor de Las Raíces Ocultistas del Nacionalsocialismo y
del Sol Negro).
• Red
Shambhala es una historia fascinante, y a veces asombrosa, sobre la
interacción de misticismo y política en la sombra de la Rusia de Stalin.
Constantemente se cruzan y se confunden las líneas entre buscadores
místicos, agentes de la policía secreta, espías y charlatanes, y la
historia, de manera no sorprendente, finaliza trágicamente para casi cada
uno. (Richard Spence, profesor de Historia, Universidad de Idaho)
• El nuevo
libro de Znameski es un desafío para todo el que rechace aceptar la
existencia de conexiones entre leyenda y política. Red Shambhala da
un sólido trozo de evidencia de que la atea ideología comunista del siglo
XX no desdeñó usar un mito budista tibetano como una especie de instrumentum
regni, realmente un instrumento político para la propaganda. La
Izquierda rusa y los pensadores de Derecha, y los buscadores espirituales
también, estuvieron unidos en una antiquísima idea de renacimiento, que
soñaba con una Tierra igualitaria —una Shambhala Roja—, donde una
transformada especie humana podría vivir en una Nueva Era de paz. El
profesor Andrei Znamenski proporciona una innovadora investigación, por
medio de la cual somos conscientes de que lo Sagrado y lo Profano pueden
compartir el mismo ambiente mítico: una lectura imprescindible para gente
interesada en aquella borrosa área entre la Mística, el Esoterismo y la
Política. (Marcello de Martino, Ph. D., Istituto Italiano per l'Africa e
l'Oriente, Roma, y autor de Mircea Eliade Esoteric).
• El
profesor Znamenski persigue la combinación improbable de dos profecías
después de la Revolución rusa, la futura utopía comunista con el antiguo
mito budista de Shambhala, el retorno de un Redentor que conduciría a la
gente que sufre hacia una Edad de Oro de felicidad espiritual y sensorial.
Combinando el misticismo victoriano de salón, un grupo de excéntricos, el
surgimiento del nacionalismo moderno, las intrigas de la policía secreta
bolchevique y una Internacional Comunista comprometida con la revolución
mundial, y un escenario tan grande como todo el Asia, ésta es una obra de
alto dramatismo en efecto. (Max J. Okenfuss, editor estadounidense, Jahrbücher
für Geschichte Osteuropas).
Source: http://www.trimondi.de/EN/Interview_Znamenski.htm
http://www.trimondi.de/EN/Red_Shambhala.htm
Andrei
Znamenski, "Red Shambhala: Magic, Prophecy and Geopolitics in the
Heart of Asia" (Illinois, 2011, 257 pp.) por René Wadlow
Red
Shambhala es un vívido relato histórico de la geopolítica
soviética en Asia Central en la primera década del gobierno comunista.
Znamenski cuenta la historia por medio de retratos de protagonistas claves,
usando archivos recién abiertos en Rusia y nuevas publicaciones rusas.
Znamenski, que ahora da clases en EE.UU., estudió en Rusia y ha escrito
anteriormente acerca del chamanismo en Siberia, hogar de muchas de las
personas de las que se habla en Red Shambhala.
Durante lo
que es llamado en Rusia la "Edad de Plata" (1890-1914) hubo un
interés por la filosofía asiática, el folklore y las creencias de los
pueblos de Asia Central que recién habían sido incorporados en el Imperio
ruso en la década de 1870. Junto con este interés por el pensamiento
asiático, hubo vínculos con movimientos espirituales y esotéricos de Europa
Occidental. Ese período es bien descrito por Gary Lachman en su biografía
In Search of P. D. Ouspensky. Ouspensky fue un importante contribuidor
a esta corriente. Junto con la política revolucionaria, había un interés
por la transferencia de pensamiento, por la investigación psíquica de toda
clase, para prolongar la vida, y por contactos con el mundo de los
espíritus.
La Edad de
Plata se terminó cuando comenzó la Primera Guerra Mundial seguida de las
revoluciones de 1917. Muchos de aquellos que tenían intereses espirituales,
como Ouspensky y Gurdjieff, dejaron Rusia durante los primeros años del
período revolucionario (1917-1923). Sin embargo, otros se quedaron. Algunos
porque no pudieron salir; otros porque ellos creían en los objetivos de la
Revolución y quisieron ayudar a construír una nueva sociedad. A algunos,
como el novelista Máximo Gorki, quien creía que la gente podría evolucionar
hacia el "Espíritu Absoluto" y de ese modo influír sobre el
desarrollo del universo, se les dieron posiciones de importancia. Se creó
un Comisariado de Educación durante un tiempo dentro del gobierno. (Vea el
reciente libro de John Gray, La Comisión de Inmortalización (Nueva
York, 2011). Otros eran más obscuros y tuvieron que luchar para interesar a
la gente en sus ideas. Znamenski trae a la vida a Alexander Barchenko
(1881-1938), cuyo interés por encontrar Shambhala está en el centro de este
libro.
El mito de
Shambhala se desarrolló en India alrededor del año 1000 d.C. y está
relacionado con el Kalachakra Tantra (la Rueda del Tiempo).
Parte del mito de Shambhala está escrita como una detallada profecía sobre
el futuro, básicamente el período entre los años 1000 y 2000 d.C. La
primera fase de la historia debía ser un período de decadencia cuando las
enseñanzas de Buda serían derrotadas y sus seguidores dispersados. Las
verdaderas enseñanzas sólo serían encontradas entonces en Shambhala, una
tierra secreta protegida por altas montañas con un rey sumamente sabio que
enviaría de vez en cuando a sus mensajeros al mundo externo con enseñanzas
o para proporcionar ayuda a los buscadores.
Hacia el
final del período cubierto por el Kalachakra, por lo tanto algún
tiempo poco antes del año 2000, en un tiempo de problemas, el rey de
Shambhala, Rigden Djapo, vendría desde allí con un ejército, derrotaría al
mal y comenzaría un tiempo de amor, compasión, alegría e igualdad.
La primera
parte de la profecía se cumplió cuando los ejércitos islámicos conquistaron
India y desaparecieron las enseñanzas del Kalachakra. El mito de
Shambhala se trasladó al Tíbet y a Mongolia, que estaba religiosamente en
contacto cercano con el Tíbet. Los textos originales del Kalachakra no
sobrevivieron. Lo que tenemos hoy son las traducciones tibetanas y las
técnicas de las meditaciones, mantras y visualizaciones de deidades.
Parte de las ceremonias del Kalachakra, consideradas como
"iniciaciones", ya que hay una transferencia de energías, son
dadas ahora cada año por el actual Dalai Lama, que las considera muy
apropiadas para este tiempo de transición. Otros aspectos del Kalachakra
están reservados para aquellos que están entrenados para recibirlos.
Así, el mito
de Shambhala estaba contenido dentro de un cuerpo más grande de enseñanzas
y prácticas. Sin embargo, el "reino secreto" y la batalla final
eran ideas que estaban entretejidas en otras profecías tibetanas y mongolas
del guerrero que vendría a una especie de batalla de Armagedón contra
formas y valores agotados. Geser Khan era también tal héroe entre los
buriatos, los mongoles y los tibetanos. Los contadores de historias
mezclaron el carácter de Geser con la imagen del Rey de Shambhala así como
con la imagen de Maitreya, quien sería el siguiente Buda.
Las
enseñanzas tibetanas y el mito de Shambhala entraron en la vida intelectual
rusa por medio de Agvan Dorzhiev (1858-1938), un alto lama que había sido
el tutor principal del 13er Dalai Lama y quien fue enviado como un
embajador ante la corte del Zar ruso. Dorzhiev esperaba que el Zar se
convirtiera en un protector del budismo y que ayudara en la creación de un
Estado pan-budista bajo protección rusa. Él había construído un templo de
estilo tibetano en San Petersburgo. Sus ventanas fueron diseñadas por
Nicholas Roerich (1874-1947) quien frecuentaba las discusiones en el
Templo.

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Agvan Dorzhiev
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El final del
Imperio chino en 1911 y el comienzo de un gobierno republicano, en gran
parte acabaron con el control chino del Tíbet y de la mayor parte de
Mongolia. Como Znamenski escribe, "Seis años más tarde, el mismo
destino aconteció al Imperio ruso. El caos, las guerras civiles, la
violencia y el bandidaje que siguieron a la desaparición de estos dos
gigantes, activaron las profecías mongolo-tibetanas que ayudaron a la gente
a soportar los tiempos duros". El final del dominio chino en el
Tíbet condujo a un conflicto aumentado entre el muy activista 13er Dalai
Lama y el Panchen Lama, que huyó del Tíbet en 1923 para vivir en el borde
de Mongolia. Él nunca regresó al Tíbet. Los mongoles dieron la bienvenida
al [Noveno] Panchen Lama como su líder espiritual, sobre todo después de
que el jefe espiritual y político de Mongolia, el Bogdo-gegen, murió en
1924, y de que los soviéticos impidieron su reemplazo. (Para una buena
descripción de este período en el Tíbet véase de Melvyn Goldstein Una
Historia del Tíbet Moderno 1913-1951 (Berkeley: University of
California Press, 1989).

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Thubten Choekyi Nyima, Noveno Panchen
Lama
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Alexander Barchenko,
a quien Znamenski compara con un Merlín Rojo y deseando darle a Stalin el
papel del Rey Arturo, recibió ecos del mito de Shambhala en sus
exploraciones de transferencia de pensamiento, energía psíquica y
conocimiento secreto. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, él había
publicado dos populares novelas sobre el doctor Chernii, miembro de una
orden secreta con su cuartel central en las estribaciones del Tíbet, que
usaba efectos paranormales para el bien público.
Con la
llegada de los soviéticos al poder, Barchenko comenzó a contemplar cómo
ennoblecer el proyecto comunista usando la ciencia antigua escondida en
Asia Interior. Como él dijo en su "confesión" a la policía
secreta justo antes de que ellos lo mataran en 1938, "El contacto
con Shambhala es capaz de sacar a la Humanidad del sangriento punto muerto
de la locura, la lucha violenta en la cual la gente se ahogaba sin
esperanzas".
Mientras
Stalin acabó con cualquier pensamiento fuera de su estrechamente definida
"Línea del Partido" a mediados de los años '30, los años '20
fueron todavía un período en que era posible una variedad de opiniones, al
menos en privado. Barchenko, mediante contactos personales, se comunicó con
Gleb Bokii (1879-1937), un temprano revolucionario que llegó a ser jefe de
la Sección Especial responsable del trabajo de códigos de la policía
política. Bokii tenía intereses en asuntos esotéricos, usó mediums
para tratar de conseguir la información que él no podía conseguir de otras
fuentes, y sobre todo tenía el dinero por el cual no tenía que dar cuentas.
Bokii tuvo
acceso a Georgy Chicherin, el Comisario para
Asuntos Exteriores, un experto diplomático que tuvo una importante carrera
diplomática bajo el Zar. Chicherin, a mediados de los años '20, estaba
convencido de que había pocas esperanzas de que la Unión Soviética mejorara
sus relaciones con Europa Occidental, y por lo tanto debían hacerse
esfuerzos hacia Mongolia, China y el Tíbet y de ese modo debilitar la
influencia británica en India, una continuación del "Gran Juego"
(Véase de Karl Meyer y Shareen Brysac, Tournament of Shadows: The
Great Game and the Race for Empire in Central Asia, Nueva York, 2006).
Aunque
Chicherin no creía en reinos escondidos y conocimientos secretos, él quiso
financiar varias expediciones hacia el Tíbet. Él también quería ocuparse
del posible regreso al Tíbet del Panchen Lama, cuyas actividades en
Mongolia le preocupaban. Esas expediciones al Tíbet y las políticas de
Chicherin en Mongolia son descritas detalladamente. Las esperanzas de
Chicherin de controlar Mongolia y usar a los mongoles para persuadir al
Dalai Lama en el Tíbet fracasaron. A mediados de los años '20, Agvan
Dorzhiev, el embajador tibetano, comprendió que él estaba siendo usado por
los soviéticos. Él comenzó a jugar un doble juego. Mientras simulaba ser
leal a los bolcheviques y que quería ayudarlos, él enviaba mensajeros a
Lhasa para advertir al Dalai Lama en cuanto a lo que estaba ocurriendo en
Rusia. El Tíbet nunca se convirtió en una base para la actividad anti-británica
en India, y ninguna ciudad secreta fue encontrada.

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Georgy Chicherin
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Znamenski termina
su libro con una larga sección acerca de Nicholas Roerich, su esposa Helena
(1979-1955) y su hijo mayor George (1902-1960). Nicholas Roerich también
había oído hablar del mito de Shambhala por parte de Agvan Dorzhiev en San
Petersburgo. Roerich y Helena vivían en Finlandia (entonces parte del
Imperio ruso) cuando estalló la Revolución. Finlandia fue menos
directamente tocada por la guerra civil post-revolución, pero los Roerich
vieron aproximarse los peligros y se fueron para Europa y Estados Unidos.
Roerich, quien estaba interesado en mitos rusos y nórdicos, creía que los
mitos a menudo contenían una parte de hechos históricos. Así, la idea de
Shambhala de un área escondida con un conocimiento espiritual profundo
podría tener un elemento de verdad. Los dos Roerich eran teósofos y creían
que existían maestros de sabiduría que tenían influencia sobre el mundo y
que proporcionarían enseñanzas a aquellos que las necesitaran. Helena, en
particular, creía que ella recibió mensajes, mediante transferencia de
pensamiento, de un tal Maestro Morya. Dichos mensajes se convirtieron en la
base para los libros de Yoga Agni. La idea de que existían más de tales
maestros viviendo juntos en algún punto, Shambhala, era una posibilidad
real.
Relacionada
con la idea de que existía un lugar físico, Shambhala, estaba también la
profecía de Shambhala de un tiempo de juicio seguido por el comienzo de una
nueva Era. El Panchen Lama debía desempeñar un papel en esta profecía, y
entonces su huída a Mongolia había sido un signo. Dos veces, Nicholas
Roerich y George, quien había sido entrenado en EE.UU. y Francia como un
erudito en el Tíbet y su cultura, hicieron esfuerzos para alcanzar el Tíbet
y encontrar la Shambhala física. El primer y más prolongado esfuerzo en el
cual Helena también participó, es descrito con reflexiones personales en
dos libros de Nicholas Roerich, Altai-Himalaya y Shambhala,
mientras George Roerich describe en su libro Trails to Inmost Asia
(New Haven, 1931) las dificultades encontradas. El segundo esfuerzo bajo el
patrocinio de Henry Wallace, en ese entonces Secretario de Agricultura de
F. Roosevelt, funcionó todavía menos bien.

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Nikolai, Helena y George Roerich
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También puede haber habido alguna
visión política detrás de estos esfuerzos de Roerich. Znamenski hace uso de
algunos libros recientes y artículos en ruso que no han sido todavía
traducidos. Los escritos y los papeles inéditos de Roerich fueron donados
por su hijo más joven Svetloslav a una especialmente creada Fundación
Roerich en Moscú, y ahora sirven como la base para nuevos escritos
acerca de sus esfuerzos. De cuán serias fueron sus opiniones con respecto a
la creación de un Estado separado mongol-tibetano budista bajo el liderazgo
del Panchen Lama, no tengo idea. Roerich continuó en esos viajes por Asia
Central para hacer dibujos que él más tarde transformó en algunas de sus
pinturas más conocidas. Gracias a sus viajes, él llegó a tener una pobre
opinión del budismo tibetano tal como existió. Si existía una Shambhala, no
había ningún mensajero enviado para iluminar a los monasterios budistas.
Desde los años '60, y por el interés que
el budismo tibetano provocó por el exilio del actual 14º Dalai Lama, el
mito de Shambhala ha sido interiorizado. La secreta ciudad del conocimiento
es el corazón; la batalla contra el mal es una batalla contra las
debilidades interiores; los maestros son aquellos que están dentro de
nuestro propio razonamiento. Ésta puede haber sido siempre la esencia de la
historia de Shambhala: el reino del conocimiento está dentro.–
Source: http://theosophy.net/profiles/blogs/red-shambhala-book-review
El Este Es
Rojo por Peter Rogerson
10 de Julio de 2011
Éste es un libro
que cambia radicalmente muchas percepciones comunes sobre el mundo y la
política; es una revelación de un mundo en desorden en el cual yihadistas
budistas tibetanos se juntan con comunistas místicos y místicos
ruso-estadounidenses en la búsqueda del sueño de una sociedad perfecta
poblada por nuevos seres humanos modelos.
El cuadro
del budismo tibetano presentado aquí es uno muy diferente del que
actualmente es presentado en Occidente; éste es un credo mucho más
agresivo, violento y milenario. Znamenski muestra que el mito de Shambhala
surgió alrededor de la época del primer milenio d.C., cuando el budismo
tibetano estaba bajo la creciente presión de la difusión de Islam. En esas
condiciones surgió el mito de una nación poderosa lejos al Norte, cuya gente
vivía en un reino utópico, y cuyos ejércitos vendrían para liberar de los
extranjeros las tierras budistas, entre mucho fuego y espada.
Znamenski
examina cómo estas ideas llegaron a su fin en Mongolia después del colapso
de los Imperios chino y ruso y la aparición del régimen bolchevique en
Rusia. Aquí encontramos al loco proto-nacionalsocialista ruso Blanco el
barón Ungern-Sternberg que dejó perplejos a los mongoles con sus diatribas
contra los judíos (cuando eran a los chinos a quienes ellos querían odiar),
el aventurero salvaje Ja-Lama y su utopía totalitaria independiente, y una
amplia variedad de mongoles y rusos.
Entre los
primeros se incluyen al menos a algunos de los fundadores del mongol
Partido Revolucionario del Pueblo (la versión local del Partido Comunista)
que vieron a la Revolución bolchevique como el cumplimiento de la profecía
de Shambhala, mientras que entre los últimos se incluyen personajes tales
como el pseudo-científico místico Alexander Barchenko y su protector el
jefe de la policía secreta Gleb Bokii, que imaginó
que los secretos de Shambhala podrían ser usados para humanizar el
comunismo y apresurar la inminente utopía. No iba a haber ninguna utopía
sino sólo los estados de terror creados por Stalin y su marioneta mongola
Choibalsan, en los cuales casi todos los participantes de este drama fueron
asesinados después de los habituales y absurdos juicios-espectáculo.
Otros
soñaron sueños más independientes de Shambhala, más destacadamente el
artista ruso-estadounidense Nicolai Roerich, que imaginó que él
prácticamente casi solo crearía un gran Estado budista asiático y que se
hizo pasar por una especie de lama reencarnado. Aunque no está mencionado
en este libro, fue en una de esas expediciones que Roerich encontró un
extraño objeto oval gris plateado en el cielo, que él interpretó como un
mensaje de Shambhala y que escritores como Aime Michel saludaron como una
temprana aparición de un platillo volador, mientras los más escépticos
sugirieron que ello debía ser uno de los buitres comedores de cuerpos que
se encuentran en aquellas partes. Uno no podría imaginar un signo más
apropiado de Shambhala.
Este libro
demuestra vívidamente el poder de lo irracional en la política, y las
fuerzas subterráneas que pueden funcionar debajo de la racionalidad
superficial del mundo. Hace que uno se pregunte quién todavía puede estar
jugando alguna versión del Gran Juego con sueños y visiones. Tampoco
podemos suponer que la visión de la guerra santa de Shambhala está ahora
espiritualizada de manera segura para siempre. Quién sabe lo que algún
movimiento de resistencia tibetano post-Dalai Lama podría evocar en su
lucha de liberación contra China.
Source: http://pelicanist.blogspot.com/2011/07/east-is-red.html
Tentaciones
Totalitarias
Octubre de 2011
El profesor Andrei Znamenski habla de
su último libro, Red Shambhala, con la profesora Guiomar
Dueñas-Vargas.
—Dueñas-Vargas:
Profesor Znamenski, ¿qué es Shambhala?: ¿es una profecía, un lugar
geográfico, una tierra de plenitud e iluminación espiritual?; ¿es un credo
violento y agresivo?. ¿Podría usted por favor decirnos cuál es la Shambhala
de su libro?
—Znamenski:
Para abreviar la historia, Shambhala era una profecía budista que había
surgido en la temprana Edad Media. Cuando los musulmanes habían avanzado
hacia Afganistán e India del Norte, ellos desalojaron a los budistas de
esas áreas, y éstos tuvieron que encontrar un refugio seguro en algún
lugar. Entonces ellos aparecieron con una profecía de resistencia
espiritual que estaba identificada con una tierra, una tierra utópica, una
especie de paraíso budista, donde los miembros de dicha fe serían libres
para vivir y adorar sin ser acosados por los "bárbaros", a
quienes las fuentes sánscritas llamaban la "gente Mleccha" o, en
otras palabras, gente de La Meca. La leyenda afirmaba que en algún lugar en
el Norte había un país misterioso, una tierra de abundancia donde la gente
vivía 900 años, donde ellos eran ricos y tenían casas donde los techos
estaban recubiertos de oro, y donde nadie sufría, y por supuesto, donde la
religión budista existía en su forma pura, etcétera.
—D-V: Pero
Shambhala también implica un concepto de guerra santa. ¿Es verdad aquello?
—Znamenski:
Digamos de paso que en el budismo original no había ningún concepto del
Paraíso. Este concepto surgió a consecuencia de encuentros con el mundo
musulmán. La profecía también afirmaba que cuando la fe verdadera (léase
budismo) estuviera en peligro, el rey de Shambhala llamado Rudra Chakrin
vendría con un enorme ejército y aplastaría a los enemigos de la fe. De
este modo, se trata de un concepto de una guerra santa, pura y simple.
Muchas personas no son conscientes de que tal concepto existió en el
budismo tibetano. La profecía de Shambhala permaneció durante mucho tiempo,
y en tiempos modernos fue ocupado a veces, cuando el mundo tibetano-mongol
se sintió amenazado por forasteros. Al mismo tiempo, Shambhala también fue
entendida como una guerra interna contra los propios demonios interiores de
alguien. Ella era una aspiración a una perfección espiritual. Con el
transcurso del tiempo, el aspecto de guerra santa desapareció gradualmente,
y el énfasis en la guerra interior se hizo más relevante. Un buen ejemplo
que podrían seguir otras religiones, ¿no le parece?
—D-V: Sí. En
este caso el budismo tibetano puede haber servido como un modelo a seguir
para otras religiones del mundo. Sin embargo, su libro trata mayormente con
el primer aspecto, la parte de guerra santa de la profecía, ¿cierto?
—Znamenski:
Sí. El tiempo del cual escribo, los años '20 y '30, fue un período de
problemas y cambios dramáticos para el mundo tibetano-mongol. El Imperio
manchú en China colapsó en 1911 seguido por la caída del Imperio ruso en
1917. El paisaje político entero de Eurasia se llenó de conflictos étnicos,
religiosos y de clases. Aquello fue cuando Shambhala y varias profecías
hermanas emergieron de nuevo en Asia Interior como leyendas apocalípticas
que ayudaron a las poblaciones locales a tratar con la realidad.
—D-V: En su
libro usted menciona cómo Shambhala y otras profecías asiáticas
relacionadas fueron usadas por forasteros, sobre todo por los bolcheviques
de la Rusia Roja. Cuéntenos más sobre ello.
—Znamenski:
Ésa es una pregunta excelente. Vea: al principio los bolcheviques, cuando
ellos llegaron al poder en 1917, esperaban firmemente que el comunismo
lograría su victoria primero en los países occidentales más avanzados,
donde el movimiento socialista organizado tenía una larga historia. Pero,
lamentablemente para ellos, los trabajadores occidentales no respondieron
al evangelio bolchevique de la revolución comunista mundial. El único éxito
que ellos tuvieron fue entre la gente asiática, donde los bolcheviques
fueron capaces de multiplicarse entre los movimientos locales de liberación
nacional. Así fue cómo ellos se interesaron en capturar las profecías
tibetano-mongolas y vincularlas al comunismo. La Internacional Comunista,
una organización creada en 1919 para promover la revolución mundial,
estableció una Sección Mongol-Tibetana para atraer a los nómadas,
campesinos y monjes lamas menores locales hacia el comunismo. Por ejemplo,
en Mongolia, los compañeros de viaje de los bolcheviques explicaron al
pueblo que el comunismo era realmente un cumplimiento de la legendaria
Shambhala.
—D-V: Sí, y
como bien lo explica el libro, ¡ellos eran extremadamente ambiciosos!
—Znamenski:
Sí, muy ambiciosos. Usted tiene que entender que en los primeros años los
bolcheviques vivieron un romanticismo revolucionario. Ellos esperaban que
la venida del fuego revolucionario mundial limpiaría el mundo entero de la
opresión. Las nacionalidades coloniales no occidentales fueron vistas como
aliados en esta lucha contra el Occidente imperialista. En cierta ocasión,
León Trotsky, uno de los principales líderes de la revolución rusa, incluso
sugirió que los bolcheviques enviaran una división de caballería a la
India, directamente a través de Asia Interior, y liberaran Asia entera. En
mi libro describo otro curioso episodio cuando la Rusia Roja envió una
expedición disfrazada como un grupo de peregrinos budistas que trató de
influír en el 13er Dalai Lama para que se pasase al lado bolchevique.
—D-V: Bien;
en su libro usted perfila un grupo de personajes muy extraños que incluyen
no sólo a gente de Izquierda sino también de Derecha. ¿Puede usted
explicarse?
—Znamenski:
Absolutamente. Mi libro realmente representa una serie de ensayos biográficos
que están relacionados porque todos ellos estuvieron de alguna manera
conectados unos con otros. Comencemos con los bolcheviques y sus
compañeros de ruta.

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Alexander Barchenko
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El primero
es Alexander Barchenko, un escritor ocultista de San Petersburgo, y su
patrón de la policía secreta bolchevique Gleb Bokii, el maestro de los códigos,
que fue realmente una de las puntas de lanza de la Revolución Comunista de
1917. En algún punto, Bokii decidió usar el budismo tibetano y sus técnicas
espirituales para cambiar la mente de la gente; en otras palabras, para
ayudar a diseñar al nuevo ser humano comunista.
—D-V:
¿Diseñar?
—Znamenski:
Sí. Él y algunos otros intelectuales bolcheviques estuvieron molestos por
causa de que la Revolución no cambió la naturaleza humana, y ellos jugaban con
la idea de transformar a los seres humanos a fin de hacerlos mejor. Uno de
los capítulos del libro lleva un título peculiar: "El Ingeniero del
Alma Humana". De hecho, en los años '20, a diferencia de los
tiempos posteriores, hubo muchos experimentos sociales en la Rusia Roja,
experimentos locos. Fue como Estados Unidos en los años '60. Había comunas,
diferentes tipos de grupos izquierdistas, artistas de vanguardia, poetas y
anarquistas.
—D-V: Otros
dos personajes importantes son un ruso-estadounidense, Nicholas Roerich, y
su esposa Helena. Ellos también estuvieron interesados en Shambhala. Ellos
quisieron ir a Tíbet y recuperar la sabiduría tibetana. ¿Su objetivo era
puramente espiritual?
—Znamenski:
No realmente. Esa ambiciosa pareja alimentó una idea megalómana de
construír en el centro de Asia una utopía budista tibetana (ellos la
llamaron la Unión Sagrada del Este) que iluminaría al resto de la
especie humana. En cierta ocasión, en 1926, ellos trataron de coquetear con
el comunismo, porque Helena y Nicholas Roerich creían que ya que la leyenda
de Shambhala hablaba de una salvación llegada del Norte, ellos quisieron
usar a la Rusia Roja en su gran esquema. De hecho, Roerich fue al Tíbet
haciéndose pasar por el reencarnado Dalai Lama y pretendió desalojar al
existente 13er Dalai Lama. La Rusia Roja rechazó apoyar incondicionalmente
un proyecto tan imprudente, y la pareja se frustró con los bolcheviques.
—D-V: Ellos
estaban viviendo su propia fantasía, ¿no es cierto?
—Znamenski:
Sí, más o menos. Era una fantasía geopolítica que, a propósito, calza
perfectamente con el contexto de la época, que el historiador Eric Hobsbawm
llamó "la época de los extremos". Cuando ellos se
separaron de los bolcheviques, los Roerich comenzaron a cortejar a
patrocinadores estadounidenses. Entre ellos encontramos un rico especulador
monetario, Louis Horch, y al futuro vicepresidente de Roosevelt, Henry
Wallace, que de hecho más tarde patrocinó la segunda expedición de Roerich
a Asia.
—D-V: Eso es
increíble. Ahora, veamos a otro personaje peculiar, el "Barón
Sangriento", un opositor derechista de los bolcheviques.
—Znamenski:
Roman von Ungern-Sternberg, un barón alemán báltico, un descendiente de
Caballeros Teutónicos.

|
Roman von Ungern-Sternberg
|
—D-V: Sí, él
era un personaje muy despiadado.
—Znamenski:
En algún grado, un personaje malvado, y de hecho uno de los precursores de los
nacionalsocialistas. Este barón que adquirió tal notoriedad en Asia
Interior en 1920-1921 pertenecía a la élite de la Vieja Rusia. Después de
la Revolución de 1917, él se obsesionó con un gran proyecto para restaurar
las monarquías desde China y Rusia hasta Alemania y Austria-Hungría.
Finalmente él se escapó de los bolcheviques porque éstos tenían un apoyo
popular y él no, y, mientras escapaba hacia el Sur, se apoderó de Mongolia.
Él explotó durante un tiempo los sentimientos nacionalistas de los mongoles
y los ayudó a liberar su país de los chinos. Y por eso él perdió aquel
país. Los mongoles, que al principio lo glorificaron y lo declararon como
una reencarnación de Mahakala, un dios protector del budismo tibetano, de
repente comprendieron que el barón simplemente tenía su propia agenda que
era completamente extraña para ellos. Por ejemplo, atrapado en el mundo de
su jenofobia europea, Ungern les hablaba acerca de la llamada conspiración
judía, que parecía completamente extraña a los nómadas que se hicieron una
pregunta: "¿Qué está pasando?".
—D-V: Él
estaba fuera de lugar.
—Znamenski:
Exactamente.
Source: Revista History Happenings,
vol. 8 Nº 1, de Octubre de 2011, del Departamento de Historia de la
Universidad de Memphis, en Tennessee, EE.UU.
Los Grandes
Maquinadores de Rusia por David Cozy
16 de Octubre de 2011
Alexander
Barchenko era "un estudiante desertor de medicina y un popular
escritor de misterio". Él creía que "presentando el
budismo tibetano y el conocimiento de Shambhala a la élite de la Rusia
Roja... él sería capaz de hacer menos violento el proyecto comunista en
Rusia".
El Ja-Lama
era "un vagabundo y un aventurero espiritual que... se hizo pasar
por una reencarnación de Mahakala (una deidad budista vengadora) y como el
nieto del Príncipe Amursana (un gobernante del siglo XVIII que luchó contra
la dominación china) para agitar el sentimiento nacionalista entre nómadas
mongoles y cohesionarlos".
Nicholas
Roerich era "un pintor y teósofo ruso emigrado... quien se aventuró
en el Tíbet, Mongolia y Altai para establecer una teocracia budista-comunista,
haciéndose pasar por una reencarnación del quinto Dalai Lama, que venía a
limpiar el budismo tibetano de los males modernos".
Los
mencionados son sólo tres de los once personajes que el historiador Andrei
Znamenski presenta al comienzo de "Red Shambhala", y en la
extravagancia y ambición de ellos —y la extravagancia de sus ambiciones—
ellos son representativos de los excéntricos aspirantes a mesías (sinceros
algunos y otros no tanto) que pueblan el animado relato de Znamenski acerca
de las maneras en que creencias tradicionales comunes en el Tíbet, Mongolia
y las áreas circundantes, entraron en juego en la competencia entre Rusia e
Inglaterra por el dominio de aquella región.
Decir que estos
personajes son raros no quiere decir necesariamente que ellos sean
interesantes: las personas excéntricas son, en cada época histórica, una
cosa común. Lo que distingue a estas extravagantes personas del sujeto con
barba que refunfuña en el tren subterráneo es que ellas fueron, en los
primeros años del siglo pasado, capaces de conseguir que gente poderosa
apoyara sus esfuerzos para materializar sus visiones.
La principal
visión en la cual muchos de ellos creían o pretendían creer, o estaban
dispuestos a usar en el intento de conseguir sus fines, derivaba de la
leyenda tibetana de Shambhala, un reino que está "protegido del
mundo exterior por cumbres montañosas tan altas como el cielo y agudas como
los dientes de un tigre". Shambhala tiene toda la habitual
parafernalia utópica: "palacios... hechos de oro puro, plata,
turquesa, coral, perla... y otras piedras preciosas", y habitantes
que "nunca se enferman ni envejecen" y que están "dotados
con cuerpos generosos y hermosos", "nunca pasan
hambre" y son "buenos, virtuosos, e inteligentes".
Todos están protegidos por una élite dirigente benigna.
Puede ser
sorprendente que tales burradas místicas pudieran ser de interés para los
marxistas-leninistas, que eran supuestamente (porque no siempre realmente)
materialistas, científicos y racionales. Los líderes de la Rusia Roja eran,
sin embargo, prácticos. Así, aunque sea dudoso, por ejemplo, que el
desertor de la facultad de medicina, Barchenko, haya convencido a muchos
funcionarios superiores de que su conocimiento (muy incompleto) del budismo
tibetano y sus cuentos de Shambhala podrían beneficiar a la Rusia
recientemente comunista, ellos estuvieron dispuestos a complacerlo, no en
menor medida debido al poder que las leyendas a que él había echado mano
tenían para la gente de la región. Junto con los crecientes sentimientos
nacionalistas, dichas leyendas podrían ser usadas, quizás, para llevar a
los pueblos de la región al redil comunista.
Los
comunistas usaron a dichos proto-New Age para sus propios fines, pero
los New Age hicieron su parte al utilizarlos también. Nicholas
Roerich, por ejemplo, fue capaz de conseguir el apoyo del gobierno ruso
para su viaje al Tíbet a través de Mongolia, un viaje inspirado por los "divinos
dolores de cabeza" de su esposa, como Znamenski llama a los
repentinos ataques durante los cuales ella recibía comunicados de, entre
otros, "dos maestros espirituales... ocultos en los
Himalayas".
Esos
maestros ocultos pronto estuvieron hablando con Nicholas también, y —dado
el tamaño de su ego, esto no es ninguna sorpresa— no pasó mucho tiempo
antes de que él sugiriera que "gente de Shambhala a veces aparece
en el mundo", y que él era una de aquellas personas.
Los Roerich
veían a la demás gente, escribe Znamenski, "sólo como peones de sus
planes", y ellos eran expertos en movilizarlos. Nicholas fue
capaz, por ejemplo, de manipular al embajador ruso ante Alemania para que
apoyara su misión a través de Mongolia hacia el Tíbet, aparentemente para
instigar un levantamiento de los "cientos de miles de mahatmas
hindúes y lamas budistas", quienes, según convenció al Embajador, "miraban
con esperanza a la Rusia Roja". Por supuesto el verdadero objetivo
de Nicholas era establecer una teocracia regional en la cual él —después de
todo, una reencarnación del quinto Dalai Lama— sería el teócrata supremo.
Un astuto espía británico procuró que ninguno de esos fines, ni el aparente
ni el verdadero, fuera conseguido.
El relato de
Znamenski de todo esto es una lectura entretenida. La especulación en la
que él se involucra —el texto está lleno de "podría ser", "bien
pudiera" y "es posible"— es a menudo plausible, y
realmente ayuda a que su narrativa mantenga su canturreo, pero uno imagina
cejas levantadas entre sus colegas historiadores.
Los lectores
con un interés no profesional en el Gran Juego de la rivalidad anglo-rusa,
sin embargo, disfrutarán de los cuentos que Znamenski cuenta.
Source: http://www.japantimes.co.jp/culture/2011/10/16/culture/russias-grand-schemers/#.VcLuAKKnjXQ
Reseña del Libro "Red
Shambhala" de Andrei Znamenski por John L. Murphy
13 de Noviembre de 2011
¿Por qué los
primeros bolcheviques patrocinaron expediciones para ocultistas obsesionados
con una Shangri-la? Un historiador ruso del chamanismo contesta esto en su
cautivante estudio de personajes reunidos en un extraño agrupamiento. Allí
se equipara la ideología comunitaria marxista con nociones teñidas de New
Age de una teocracia totalitaria. Ésta conquistó, aunque brevemente,
las estepas de Mongolia como una vanguardia para una toma del poder
pan-budista de Asia Central. Incluso antes de la Revolución de Octubre,
surgieron con celeridad proyectos para provocar levantamientos en el Asia
interior. Circularon planes secretos de instigadores geopolíticos en cuanto
a que había aparecido el cumplimiento de promesas apocalípticas, de manera
que la conspiración comunista para contratar a compañeros de viaje aquí
reclutó a extraños compañeros.
La cuidadosa
manipulación de mitos chamánicos y profecías budistas elaborada por
eruditos hechos a sí mismos e inteligentes espías, después de la Revolución
de 1917 y durante la Guerra Civil entre Blancos y Rojos, buscó hacer
progresar la causa comunista. Convenciendo a los nativos en las regiones
siberianas e himaláyicas, algunos aventureros razonaron que este llamado a
la unidad podría desafiar el dominio británico de India, debilitar a los
Blancos, y hacer tambalear a los jefes militares chinos.
Los
aventureros seducidos por el Orientalismo dijeron a sus jefes supremos
soviéticos que los pueblos nativos a través del Este se congregarían con el
fin de liberarse, y cuando las predicciones antiguas se cumplieran, las
naciones que la URSS había heredado darían un salto gigantesco más cerca
del triunfo global, patrocinado por los soviéticos, de los pobres sobre los
acomodados. El profesor Znamenski combina su conocimiento del chamanismo y
de las enseñanzas de Asia Central con el esoterismo occidental, y los
resultados, enriquecidos por archivos de la época soviética recientemente
abiertos, proporcionan una entrada accesible a una saga fascinante.
Él introduce
su narrativa con precauciones esenciales. Más bien que tratar de discutir
cómo una versión de las conocidamente confusas enseñanzas tántricas y
ocultas del budismo, combinadas con el saber nativo, está en línea o no con
la verdadera versión del mito de Shambhala, él considera cada versión como
encajando en cualquier tiempo y lugar que la creó. Znamenski considera cada
manifestación religiosa o espiritual como un fluído, y esta cualidad de
mente abierta permite que él permanezca separado de las aplicaciones
notoriamente complicadas de textos difíciles a soluciones políticas
simplistas. Incluso si los personajes mismos parecen menos que lógicos
acerca de cómo las enseñanzas budistas pueden cuadrar con el materialismo
marxista y la guerra de clases leninista, el autor aquí sabiamente mantiene
su distancia de tales tentativas infructuosas para sacar un sentido a
partir del sinsentido. Sin embargo, como algo aparte, este libro aparece
bajo el patrocinio de una editora teosófica, y así me doy cuenta de que
cuando se llega cerca de evaluar la veracidad de las propias invenciones de
la Señora Blavatsky, Znamenski decide permanecer prudente o casi reticente.
Ciertamente,
hace un siglo muchos miraron hacia el Este por medio de la Teosofía, la
magia, el espiritualismo y la Nueva Era para contestar sus dudas y
sueños sobre el caos potencial y la coherencia de la Era moderna. La
contracultura entonces idealizó, como lo hicieron los beats, los hippies
y los mochileros más tarde, el atractivo de una enseñanza del Oriente.
Tanto los conservadores como los inadaptados radicales razonaron que las
promesas del Este podrían redimir la corrupción occidental y provocar la
igualdad, el orden y la restauración de la bondad por sobre la riqueza.
Muchos
adeptos autodidactas desearon o afirmaron explotar los poderes interiores
latentes en aquellos que habían olvidado las doctrinas arcanas y los
métodos mágicos. El depósito para tales soluciones yace esperando en la
remota Shambhala, y las fuerzas soltadas desde sus refugios asiáticos
centrales o himaláyicos podrían ser aprovechadas para el objetivo marxista
de liberar a los oprimidos para luchar por una Edad de Oro una vez que los
proletarios destruyan a los aristócratas.
Este cuento
se abre —después de algún lúcido y a veces melodramático material
introductorio sobre enseñanzas, culturas y doctrinas tibetanas y mongolas—
con Alexander Barchenko. Las búsquedas ocultistas de éste influyeron en su
idea de la reforma social. Desalentado por el Terror Rojo que aniquiló la
resistencia Blanca al comunismo después de la Revolución de Octubre,
Barchenko buscó un método pacífico por el cual pudiera ser establecida la
igualdad de derechos y el marxismo ser puesto en práctica sin derramamiento
de sangre. Como el "Merlín Rojo" él quería construír una
teocracia comunista "controlada por pacíficos y espiritualmente
cargados sumos sacerdotes del marxismo".
Su jefe,
Gleb Bokii, se convirtió en el principal criptógrafo de la más secreta de
las agencias de Inteligencia soviéticas. Esa agencia experimentó con la
telepatía a distancia, la re-ingeniería de los poderes mentales, la
vigilancia electrónica, y lo que etiquetaríamos como parapsicología. Su
jefe estuvo de acuerdo con Barchenko en que el marxismo poseía un atractivo
para los asiáticos como una religión sustituta, si pudiera ser manipulada
una etapa de transición entre los campesinos y nómadas para convencerlos de
que se unieran a la bandera leninista y provocar la victoria de los
oprimidos.

|
Gleb Bokii
|
Muchos detalles
atractivos dan vida esta etapa de la Historia, cuando unos pocos
visionarios soviéticos apoyaron este extraño plan. Circularon rumores de
control mental, nudismo, orgías, penes momificados, un meteorito
talismánico y magia negra, mientras Znamenski relata pulcramente cuán
excéntricos y osados podían atreverse a ser muchos tempranos intelectuales
soviéticos en un tiempo de interrupción cultural e innovación erótica.
Vigilando este plan de acción, la policía secreta acumuló cuidadosos
archivos que pesarían más tarde contra Barchenko y Bokii, cuando los
paranoides verdugos de Stalin extrajeron confesiones llenas de salaces
detalles del breve auge de la radical falta de severidad de los años '20.
Esos informes fueron editados por la policía secreta para condenar una
década y media más tarde a unos culpables que despreciaron las convenciones
en el primer período de prosperidad del triunfante fervor Rojo.
Uno que se
libró de las purgas, Nicholas Roerich, asume el papel de una vida. Ya bien
instruídos en una mezcla rara de Nueva Era y ambiciones mesiánicas,
él y su esposa habían abandonado la Rusia zarista. Esta carismática aunque
manipuladora pareja de artistas y ocultistas utilizó a quienquiera que
pudieron para llevar adelante sus esperanzas de un "Gran Plan"
que uniría a los budistas tibetanos a través de toda Asia Interior bajo el
Panchen Lama. Ellos incluso convencieron a un futuro vicepresidente de
Roosevelt, Henry Wallace, para que apoyara sus ideales, y los Roerich
erigieron un "Edificio Maestro" [el Master Building, 1929]
como una oficina central mundial que todavía está de pie en el Paseo
Riverside hoy en Manhattan. Los Roerich soñaron con convertir el planeta a
su plan de igualdad transformada mediante encantados arrebatos de visiones.

|
El "Master Building" en
Manhattan
|
Durante un
tiempo, después de la Revolución, la decidida pareja volvió a la Rusia Roja
para reconciliar sus ambiciones con las del marxismo. Ellos estimaron que
podían llevar a cabo mejor su plan alineándolo con los ideales comunistas
de la igualdad comunitaria. Ellos convencieron a un círculo de gente
para que se uniera a ellos, financieramente o en persona, para apresurar su
apoderamiento de Asia Central, el epicentro de lo que ellos veían como una
inspiradora rebelión de campesinos y monjes contra sus lamas y jefes
militares. Los Roerich se vistieron de trajes y roles como si fuesen nativos.
Nicholas se hizo pasar por una reencarnación del Quinto Dalai Lama para
convencer a la gente local de su misión.
Él y su
séquito conspiraron cuidadosamente con los soviéticos y con sus
simpatizantes autóctonos, pero sus planes para entrar en el Tíbet para
convertirlo en un reino marxista-budista parecido a la región de Mongolia
—aquella región había sido influida recientemente por revisiones proféticas
para aceptar una combinación materialista-milenaria de jefes supremos
místicos y comunismo impuesto— fallaron rápidamente. El grupo casi se
congeló antes de que se le permitiera entrar en la jurisdicción recelosa y
firme del representante británico en el Himalaya en Sikkim. Allí,
irónicamente, fueron demostradas, si bien indirectamente, sus afirmaciones
de que la misión soviética consideraba como un éxito el derrocar el dominio
británico en India.
El narrador
comenta cómo Roerich llevaba puesta una cara como una máscara, una que
parecía que él podía sacarse a voluntad. La pareja, como ocurrió con los otros
protagonistas en ese dramático episodio de la temprana historia soviética,
parece a menudo como si actuara con motivos disfrazados. Znamenski descubre
en los archivos de la policía secreta y en estudios recientes de fuentes en
lengua rusa los escondidos hechos desconocidos por los actores de entonces
o, hasta muy recientemente, por los eruditos en general.
Los primeros
bolcheviques se jactaban: "Hemos nacido para hacer realidad un
cuento de hadas". Durante unos años, ellos trataron de hacer eso,
en una manera increíble y bastante cínica. Ellos decidieron distorsionar la
enseñanzas chamánicas para jugar con el resentimiento de masas contra el
imperialismo y para perturbar a los pobres, quienes desearían probablemente
entonces capturar riquezas. Mientras chocaba la yuxtaposición de budismo,
con su enseñanza de desapego, y marxismo, con su enseñanza materialista de
guerra de clases, esta disparidad evita cualquier comentario en estas
páginas de aquellos que participaron en su proclamación.
Los soviéticos,
mirado retrospectivamente, toleraron los juegos de los actores budistas
como útiles para sus propias estrategias. Por ejemplo, ellos hicieron que
el grupo de Roerich viajara bajo la bandera estadounidense, de modo que si
su misión se encontraba con una atención inoportuna, podía ser negada por
los comunistas cualquier vinculación; de ser exitosos, esto podría
debilitar a los refugiados rusos Blancos al fomentar problemas, a la vez
que reforzaba el poder de los nacionalistas nativos, que serían empleados
por los intereses soviéticos para responder al imperialismo japonés antes
de los años '30 en Asia Interior.
En el
momento de la apropiación japonesa de Manchuria, la URSS toleró métodos
menos imaginativos para exportar el marxismo. El fracaso de la revolución
mundial para extenderse hacia el Oeste y los temores de Stalin a una
rebelión, hicieron que los soviéticos contrajeran su poder hacia el
interior. Los japoneses fascistas y los precavidos británicos, ambos eran
temidos. El Gran Terror atrapó a aquellos que habían proporcionado la
vanguardia de la rebelión soviética atrás en 1917. Incluso aquellos que
torturaron y asesinaron a Barchenko, Bokii y a miles de comunistas leales
de los días de Lenin fueron ellos mismos llevados a la muerte un par de
años más tarde. Stalin eliminó el cuadro de dirigentes de cualquier rival
contra su régimen, imaginario o real.
Cerca del
final de esta historia, Znamenski hace una descripción representativa en
esta lamentable saga. Un antiguo lama menor se apoderó de Mongolia como un
fanático comunista. Él juró hacer del sistema feudal uno más equitativo. Él
asesinó a monjes y lamas que se resistieron y reclutó a los dóciles
remanentes en el ejército o en campos de concentración. Hacia 1940, el
clero mongol budista fue destruído completamente. Los lamas fueron enviados
a campos siberianos para prisioneros. Pero muchos pensaron que éstos se
habían dirigido a Shambhala del Norte, la predicha tierra de la felicidad.
Aquellos que
carecen de conocimientos especializados de lo arcano no logran aprender
mucho de esta historia, ya que hasta la caída del Imperio soviético, muchos
archivos habían sido secuestrados o permanecen en publicaciones académicas
en idioma ruso. Unos muy pocos errores menores en el uso del inglés reflejan
los orígenes rusos del autor, pero dichas ocasiones son lejos sobrepasadas
por las valiosas contribuciones que él proporciona, de modo que el resto de
nosotros puede aprender sobre estos acontecimientos y sus eruditas fuentes.
Las transcripciones sacadas a la fuerza de presos condenados por causa de
su papel en este proyecto de una Shambhala Roja hacen de la lectura algo
conmovedor.
Ellas nos
recuerdan la naturaleza frágil del idealismo, y los costos morales de
suprimir a aquellos que trataron de atenuar la furia de la victoria Roja
con un poco de sensibilidad frente a las ansias del espíritu y las
capacidades de la mente. Mientras los experimentos prácticos de
laboratorios orientados a creaciones sobrehumanas fallaron tan ciertamente
como lo hicieron los objetivos subversivos de provocar la rebelión en las
llanuras mongolas o en los monasterios tibetanos, la lección de este
increíble complot permanece en este juicioso, instructivo y triste
testamento de grandes esperanzas y frágiles destinos.–
Source: http://fionnchu.blogspot.com/2011/11/andrei-znamenskis-red-shambhala-book.html
Budistas,
Ocultistas y Sociedades Secretas en la Temprana Rusia Bolchevique – una
Entrevista con Andrei Znamenski por People of Shambhala
1º de Marzo de 2013
Andrei
Znamenski es el autor de Red Shambhala: Magic, Prophecy, and
Geopolitics in the Heart of Asia. Shambhala, una
tierra mítica de tipo celestial en el budismo tibetano, fue creada durante
un período de conflictos entre budistas y musulmanes en Asia, y parece
haber sido en parte modelada a partir de la doctrina islámica. Como
Znamenski mismo señala, los budistas no tenían ningún concepto de un
paraíso antes de esto. Shambhala, que al principio tenía cualidades tanto
espirituales como marciales, puede también haber sido concebida a partir de
la idea islámica de la Yihad interior y exterior. Con Shambhala, sin
embargo, el aspecto marcial finalmente desapareció, y el mito entró en la
imaginación occidental con diversos movimientos ocultistas y místicos de
fines del siglo XIX y principios del XX.
En 1933 el
escritor británico James Hilton popularizó la noción de Shambhala, que él
rebautizó como Shangri-La. En Red Shambhala —el primer y
único libro autorizativo sobre el tema— Znamenski explora los orígenes del
mito de Shambhala, así como su apropiación por parte de los movimientos
occidentales ocultistas y espiritistas, por los bolcheviques, y por el
"barón sangriento" Roman von Ungern-Sternberg.
—Andrei
Znamenski: Déjeme presentarle primero algunas ideas sobre cómo concebí mi
libro Red Shambhala. Cuando yo estaba escribiendo mi libro anterior,
The Beauty of the Primitive, sobre chamanismo y la imaginación
occidental, tropecé con alguna interesante información acerca de que en la
Unión Soviética de los años '20 había un laboratorio secreto donde la
policía secreta soviética estaba llevando a cabo experimentos con lamas
budistas, chamanes, hipnotizadores y toda clase de expertos espirituales.
El objetivo era usar ese conocimiento para liderar la causa del comunismo.
Luego
encontré la información de que dicho laboratorio era parte de la llamada
Sección Especial de la policía secreta soviética. El jefe de la Sección
Especial era Gleb Bokii. Este aristócrata hereditario, cuyos antepasados habían
sido ennoblecidos por Ivan el Terrible, era un hombre interesante.
En primer lugar, Bokii había sido uno de los líderes de la Revolución
Bolchevique de 1917, y después llegó a ser uno de los líderes de la policía
secreta en la Rusia Roja. Un miembro activo del movimiento clandestino
marxista, él pasó gran parte de su vida antes de 1917 en prisiones zaristas
y en el exilio. Al mismo tiempo, él se interesó superficialmente por el
conocimiento ocultista y el misticismo. A principios de los años '20, él se
encontró por casualidad con un escritor y ocultista llamado Alexander
Barchenko y trabó una cercana amistad con él. Finalmente, Bokii puso a
Barchenko a cargo de aquel laboratorio secreto.
Barchenko
estaba muy interesado en la leyenda de Agartha, un mito ocultista
occidental acerca de un país legendario que existe de manera subterránea y
que conserva altos conocimientos. El escritor ocultista francés Alexandre
Saint-Yves d’Alveydre, quien popularizó dicha leyenda y a quien Barchenko
tenía en alta estima, sostuvo que ese país místico estaba localizado en
algún sitio en Asia Interior. Más tarde, cuando en 1918 Barchenko, gracias
a visitantes mongoles y tibetanos que fueron a la Rusia bolchevique, tuvo
noticias acerca de la leyenda de Shambhala —una historia sobre el paraíso
espiritual tibetano-budista y morada de una alta sabiduría—, él llegó a la
conclusión de que la legendaria tierra subterránea y el país mitológico de
la tradición tibetano-budista, eran la misma cosa.
De hecho, en
sus conversaciones él frecuentemente usaba la expresión Shambhala-Agartha.
Bokii, con quien Barchenko compartía este conocimiento, llegó a estar muy
entusiasmado, y juntos ellos comenzaron a planear una expedición al Tíbet
para tener acceso a dicho mítico país y usar su "ciencia antigua"
para ayudar a la causa del comunismo. Este énfasis en la ciencia no era un
comentario casual. Tanto Barchenko como Bokii consideraban su búsqueda
ocultista como una tentativa de localizar un conocimiento científico
importante (técnicas fuertemente mentales, ondas mentales, el efecto sonoro
de los mantras, etcétera) que estaba escondido en el centro de Asia
y que tenía que ser descubierto.
Los años '20
en la Rusia soviética fueron un período muy interesante, por cuanto algunos
bolcheviques y sus compañeros de viaje estuvieron involucrados en muchos
experimentos sociales y culturales. La dictadura Roja no se había
establecido firmemente aún, de modo que todavía quedaban algunas
publicaciones donde la gente podía expresarse artística y culturalmente:
arte de vanguardia, nudismo, naturismo, feminismo, algunas prácticas de
espiritualidad y comunas. Barchenko mismo estableció una sociedad llamada
la Hermandad de Trabajo Unida, formada de acuerdo a la hermandad de
George Gurdjieff. El objetivo era usar el conocimiento sagrado para
promover el estilo de vida comunal basado en altos estándares morales y
espiritualidad, y eventualmente hacer a la gente más noble.
Cuando yo me
estaba enterando de toda esta información, completé mi primer libro.
Entonces decidí seguir investigando posteriormente para averiguar sobre qué
era todo. Finalmente descubrí que algunos otros escritores rusos habían
escrito sobre ello. Un escritor de San Petersburgo, Alexandre Andreyev,
había escrito sobre la búsqueda bolchevique de Shambhala. Entonces leí su
libro, y también fui a los archivos en Moscú. También encontré algunos
documentos interesantes en el Archivo de Moscú de Historia Sociopolítica
acerca de cómo algunas comunidades budistas en la Unión Soviética temprana,
en los años '20, trataron de encontrar un lenguaje común con los
bolcheviques, y cómo éstos habían tratado de usar a los budistas para
encabezar la causa comunista en Mongolia, Tíbet y China occidental.

|
Comisarios Mongoles, con el "Dios
Rojo". Mongolia, 1922
|
A propósito,
la Internacional Comunista (o Comintern), que era una
organización creada por los bolcheviques para promover el evangelio del
Comunismo por todas partes de la Tierra, estableció una especial Sección
Tibetano-Mongola a la que se le asignó la tarea de transmitir la profecía
secular marxista a las masas de Asia Interior usando profecías autóctonas y
cultura tradicional.
Una de las
figuras interesantes aquí fue Agvan Dorzhiev, un tutor del decimotercer
Dalai Lama, el predecesor del actual Dalai Lama. Dorzhiev llegó a ser un
embajador tibetano en la Rusia soviética. Él trató de construír puentes
entre la Rusia Roja y el Tíbet. La suposición era que la Rusia soviética
sería capaz de garantizar la independencia del Tíbet. Y la justificación
teológica para esto era la leyenda de Shambhala, que decía que en un tiempo
de problemas la salvación vendría del Norte.
Entonces
encontré información sobre aquel loco y sangriento barón Blanco, que trató
de tomar Mongolia por la fuerza en 1920, Roman von Ungern-Sternberg. Hay algunos
documentos interesantes que muestran que él también quiso usar la profecía
de Shambhala para que liderara su propia causa. Por ejemplo, cuando los
bolcheviques incautaron los documentos de su División de Caballería
asiática, ellos encontraron una traducción detallada de la profecía de
Shambhala en ruso. Obviamente, el barón podría haber estado jugando de
alguna manera con la idea de que él podría actuar como aquel Rudra Chakrin,
el legendario rey de Shambhala, que vendría a salvar al mundo budista de
los infieles.
Y por
supuesto averigüé que el pintor ruso y emigrado a EE.UU. Nicholas Roerich
también fue atraído por dicha leyenda del mismo modo. De hecho, Roerich,
quien estaba muy familiarizado con las actividades de Dorzhiev y
Ungern-Sternberg, temió que fuera demasiado tarde para usar esa potente
profecía. De aquí que él se trasladara rápidamente a Asia Interior en 1923.
—POS: ¿Por
qué piensa usted que tantas personas estuvieron interesadas en esa leyenda
entonces?. ¿Hubo algo que hubiera provocado esto internacionalmente?
—Znamenski:
Mientras más pienso en ello, más comprendo que fue un asunto de la época
misma, los años '20 y '30. Recuerde aquella palabra alemana zeitgeist,
el espíritu de la época. De eso se trataba todo aquello. Al principio
ocurrió aquel horrible desastre de la Primera Guerra Mundial. Luego vino la
Gran Depresión. La gente tenía la sensación de que el mundo entero estaba
llegando a un final. En tiempos tales, tanto el pueblo como las élites
naturalmente se precipitan para confiar su destino a diversos salvadores
ideológicos y políticos (por ejemplo, Mussolini, Stalin, Hitler y
Roosevelt), quienes prometen el bienestar y la seguridad para cada
uno.
Por eso
tenemos todas aquellas dictaduras surgiendo por todo el mundo en ese
entonces. Si usted mira un mapa del mundo desde los años '20 hasta los años
'40, usted puede contar con sus dedos a los pocos países que permanecieron
más o menos democráticos: Inglaterra, Suecia y Estados Unidos. A propósito,
incluso Estados Unidos bajo Franklin Roosevelt claramente se movió hacia un
Estado centralizado. Si no hubieran existido controles y equilibrios en el
Gobierno estadounidense, Roosevelt, un maquiavélico hambriento por el
poder, habría aprovechado la situación de crisis, y con todas sus
regulaciones de precios y salarios y la filosofía de volver a la tierra,
habría producido algo parecido al fascismo italiano.
Entonces
pienso que la añoranza por el "gran padre" era un modo de
resolver la crisis. Entre la gente de aquel tiempo había una expectativa de
que vendría un salvador —una figura tipo Stalin, o un profeta como Hitler,
o una persona tipo Roosevelt—, un maestro iluminado benévolo y sabio. La
gente quería encontrar una especie de llave maestra, la solución última
para resolver todos los problemas del mundo. Entonces esos sentimientos
dominantes ciertamente afectaron a las figuras marginales de las que
estamos hablando aquí: Roerich, Dorzhiev, Bokii y Barchenko, y
Ungern-Sternberg. Las profecías del mundo del budismo tibetano respondían a
sus expectativas espirituales e ideológicas. Después de todo, ellos eran
gente de su tiempo.
—POS: Yo
pensaba que después de la Revolución de Octubre los bolcheviques más o
menos habían conseguido lo suyo, pero era un camino mucho más libre y ellos
no eran capaces de regular tanto a la gente, ¿entonces?
—Znamenski:
Sí y no. Vea: algunos escritores y académicos que vendieron los años '20
como alguna clase de período humano en la historia del bolchevismo, fueron
hasta cierto punto conducidos por la idea de salvar la idea del Socialismo
que se estaba derrumbando en los años '70 y '80. Algunos de esos escritores
incluso insinuaron que los años '20 fueron una alternativa perdida, una
trayectoria que, de haber sido seguida, podría haber conducido al "socialismo
con un rostro humana" y todas esas frases. Pero la verdadera razón de
por qué hubo una liberalización temporal fue porque los bolcheviques al
principio habían tratado de imponer el llamado "comunismo de
guerra". Ellos habían intentado un ataque arrogante anulando el
dinero, destruyendo el sistema bancario, el comercio, y poniendo a la
sociedad entera en cuarteles. Y aquello arruinó la economía entera.
Entonces
Lenin les dejó en claro a sus compañeros que ellos podrían perder el país
entero. Él literalmente suplicó a sus compañeros que hicieran temporalmente
una retirada estratégica. Entonces los bolcheviques de grado o por fuerza
dejaron de confiscar los granos de los campesinos y restauraron en parte el
mercado, al menos para que los campesinos trabajaran libremente en sus
haciendas, lo que finalmente ayudó a alimentar al hambriento país. Ellos
también abrieron limitados lugares de venta para la empresa privada. Pero
cuando usted libera algunas de esas fuerzas, por supuesto eso trae consigo
cierta liberalización cultural.
De modo que
fue por eso que hubo cierta liberalización cultural limitada. Y hubo
también algunos grupos independientes. Por supuesto la policía secreta los
controlaba a todos ellos. Sus miembros informaban acerca de los otros. A
propósito, ahí fue cuando esa práctica fue introducida a escala nacional en
la Rusia soviética. Los bolcheviques sabían que tenían que permitir una
liberalización parcial, pero ellos tuvieron miedo de que pudieran perder el
país ideológicamente, de manera que comenzaron a animar a la gente para que
informara de las actividades de los demás.
De los
documentos que leí tengo el indicio de que Barchenko realmente fue
reclutado como un informante, para que informara sobre la otra gente que
estaba en el ocultismo y la espiritualidad tipo New Age. Él
entregaba informes sobre otra gente. Muchos buscadores espirituales de los
círculos esotéricos de San Petersburgo realmente no confiaban en él, porque
ellos sospechaban que él era un soplón de la policía secreta. Pero él no
era el único. Mucha gente fue animada a hacer aquello. Era parte del juego.
—POS:
Entonces los bolcheviques en conjunto no vieron muy favorablemente ese
movimiento espiritual de la Nueva Era.
—Znamenski:
No, no. De hecho en 1929 ellos comenzaron a reprimirlo duramente. Fue
permitido durante los años '20 porque la dictadura no tenía todavía un
control total sobre el país, y porque existían todavía algunos tipos
bolcheviques cosmopolitas pre-1917 como Bokii, quien jugó con esto o lo
toleró. Había otra persona, Anatoly Lunacharski, el comisario, o ministro,
de Educación. Él promovió la idea de que el comunismo debería ser tratado
como una nueva religión. Él y aquellos que estuvieron de acuerdo con él se
llamaban a sí mismos "constructores de Dios". Y si usted lo mira
de cerca, el comunismo es en efecto una profecía secular. Lenin, Stalin y
el resto de la pandilla nunca quisieron que la gente pensara de esa forma.
Para ellos el comunismo era completamente alta ciencia, la ciencia que
controlaba las leyes de la Historia. Pero Lunacharski realmente quería
promover esa idea de que el comunismo era una nueva religión de las masas
oprimidas, y decir al pueblo que en vez de Dios ellas tenían a Karl
Marx, y en vez de los Diez Mandamientos tenían ciertos mandamientos
comunistas. Hubo algunos otros que querían unir el comunismo a la
espiritualidad. Pero Stalin acabó con todo eso en 1929.
—POS:
Entonces ¿qué les sucedió a los practicantes espirituales?. ¿Sólo les
dijeron que no lo hicieran, o los enviaron a los gulags, o qué?
—Znamenski:
Bueno; muchos de ellos fueron enviados a campos de concentración. Está
claro de los documentos con los que estoy familiarizado, que a finales de
los años '20 ellos estaban informando acerca de las actividades de los
demás. Haciendo esas cosas esotéricas, ocultistas, pero al mismo tiempo
delatándose unos a otros. En 1929 ellos fueron enviados a campos de trabajo
durante tres o cinco años. Muchos de ellos fueron liberados a principios de
los años '30. Pero durante el período del Gran Terror, 1937-1938, ellos
fueron arrojados en prisión otra vez. Y muchos de ellos fueron o bien
ejecutados o murieron en campos de trabajo por hambre, enfermedad y por la
dura labor.
Pero la
policía secreta —a la cual se le entregaban cuotas con respecto a cuánta
gente ellos debían detener— incluso intentó fabricar algunos grupos
ocultistas, de modo que ellos pudieran reportar ante sus jefes que ellos
habían descubierto a algún grupo ocultista anti-soviético. Porque si
alguien no capturaba a suficientes elementos anti-soviéticos, él no podía
ser promovido o, peor, podía convertirse en una víctima él mismo. Un gran
grupo de documentos de la policía secreta publicados ahora que leí
recientemente se refiere a los así llamados Hermanos Asiáticos, el último
caso policial (1940-1941) relativo a francmasones en la Rusia Roja. Es una
historia patética y surrealista. En los años '20 y principios de los '30,
fabricando sus casos, la policía secreta soviética al menos se encontró con
verdaderos practicantes ocultistas e intelectuales interesados en el
misticismo. Este caso particular bajo el nombre de
"Oscurantistas" fue fabricado de la nada de principio a fin e
implicó a cuatro personas que dejaron de jugar completamente con el
ocultismo a fines de los años '20, y tres de los cuales, encima de esto,
eran informantes pagados de la policía secreta.
Supongo que
hacia aquella época el régimen se quedó sin ocultistas para que fueran
detenidos. Los funcionarios redactaron las escrituras de los testimonios de
las cuatro personas acusadas y trataron de obligarlas a confirmar dichos
documentos. Curiosamente, uno de ellos, un tal Eugene Tager, un antiguo
anarquista que jugó con la Francmasonería en los años '20, fue liberado de
un campo de trabajo en Kolyma, donde él estaba pagando su condena por sus
"pecados" esotéricos, para desempeñar un papel en este nuevo
caso. Pero el hombre mantuvo firmemente su posición. Él fue repetidamente
golpeado por su investigador, pero nunca declaró contra sí mismo u otra
gente, y rechazó cooperar completamente. Además, el tipo tuvo las agallas
para entablar una demanda contra sus investigadores. Entonces ellos lo
dejaron de lado y lo devolvieron a Siberia para que finalizara su
sentencia.
Los otros dos,
Boris Astromov y Sergei Polisadov, francmasones muy activos en los años '20
y simultáneamente experimentados informantes de la policía que
anteriormente habían dado a la policía mucho "material humano"
con el cual trabajar, ahora comprendieron que había llegado su turno y
rechazaron cooperar también. Esencialmente, el caso entero estaba basado en
testimonios de Vsevolod Belustin, un antiguo jefe de la orden Rosacruz en
Rusia y también un informante de la policía, el único que no resistió y
consintió en declarar contra sí mismo y contra otros. Los investigadores
contemplaron construír un caso acerca de una organización francmasona
secreta anti-soviética, los "Hermanos Asiáticos", que
espiaba para Inglaterra, y eso involucró a aquellos cuatro, junto con una
docena de orientalistas de la Academia Soviética de Ciencias.
Aunque
Belustin cooperó, escribiendo sus testimonios junto con los que lo
investigaban a él, para crédito suyo, muchos de los nombres de
"francmasones" que él mencionó pertenecían a gente fallecida
hacía tiempo, incluyendo a Sergei Oldenburg, un famoso estudiante ruso de
hinduísmo y budismo. Aunque los tres antiguos francmasones / informantes
fueron condenados a varios años en campos de trabajo, los escritores de
ficción de la policía secreta no pudieron producir un caso coherente y
tuvieron que archivarlo.
De hecho,
Bokii, quien fue detenido y ejecutado en 1937, se convirtió en víctima de
un caso similar que fue totalmente inventado por sus antiguos colegas que
procuraban destruírlo a él por órdenes de Stalin. El interés de Bokii en el
ocultismo y el misticismo y su participación en la Hermandad de Trabajo
Unida de Barchenko en los años '20, fueron usados como un punto de
partida para inventar un complot más siniestro. El complot implicaba un
cuento acerca de la sociedad secreta anti-soviética llamada Shambhala,
con ramas supuestamente en todo el mundo.
Esa sociedad
planeaba asesinar al camarada Stalin. Era totalmente extraño. Stalin odiaba
a Bokii de todos modos. Como uno de los jefes de la policía secreta, Bokii
supervisaba las intervenciones telefónicas y la radiovigilancia, y tenía
archivos de toda la élite bolchevique. Stalin sabía que Bokii tenía toda
esa información y quería eliminar al jefe de la Sección Especial. De esa
manera, los juegos ocultistas que Bokii había jugado durante los años '20
fueron usados en su contra en 1937. Aquello era sólo una excusa para
eliminarlo.
Barchenko
fue el último en ser fusilado. Había un grupo entero de ellos, que eran
supuestamente parte de esa sociedad secreta de Shambhala. Y Barchenko era
el único que estaba luchando por su vida al final. Él trató de intrigar a
sus investigadores presentándose a sí mismo como un científico valioso, un
agente que podría ser muy útil par el Estado bolchevique. Cuando la
"investigación" se acercaba a su final, Barchenko de repente
comenzó a afirmar haber descubierto una misteriosa arma biológica. Esto
retrasó la ejecución, pero finalmente él no pudo evitarla. Él fue ejecutado
también. Porque en una dictadura totalitaria puede haber sólo un maestro, y
sólo un culto.
—POS:
¿Piensa usted que el comunismo y esos intereses espirituales eran
compatibles?
—Znamenski:
Bien; el interés de Bokii por el mito de Shambhala se originó en parte del
hecho de que su idealismo comunista había comenzado a debilitarse. Él era
un idealista. Él esperaba que, cuando en 1917 los bolcheviques subieron al
poder, llegaría una Edad de Oro. Todas las personas serían hermanos y
hermanas. Ellos dejarían de robar. Ellos se amarían unos a otros. Las
bestias y sus presas abrazarían unas a otra. Pero aquello no sucedió.
Entonces en
1921, cuando los marineros Rojos en Leningrado —que habían sido la columna
vertebral de la Revolución— se rebelaron contra el régimen bolchevique, y
la rebelión fue suprimida, él sufrió un colapso nervioso. Él pudo haber
comenzado a decirse a sí mismo: "Oh, dios mío, hemos matado a
tantas personas en la guerra civil; la mitad de la nación fue destruída
para construír una nueva sociedad". Y aquello había sido
justificado sobre la base de que usted no puede hacer una tortilla de
huevos sin romper huevos; pero ahora no había ninguna tortilla. Supongo que
ahí es cuando él llegó a interesarse en Barchenko.
La gente
está a veces sorprendida de que Bokii, un bolchevique intransigente, de
repente se volviera hacia el ocultismo. Pero parte de la razón de ello es
porque él pensó que tal vez si ellos iban al Tíbet podrían descubrir algún
conocimiento secreto, algunas técnicas que podrían mostrar a los
bolcheviques cómo influír en las mentes de las personas hacia el comunismo
y hacer a la gente mejor. En el caso de Bokii y de Barchenko todo se
trataba del modo de afectar la mente. Los bolcheviques se habían tomado el
poder y estaban construyendo el socialismo. Eso estaba bien. Pero los dos
amigos estaban perturbados por el hecho de que las mentes del pueblo
todavía estaban plagadas de viejos prejuicios.
Entonces
ellos se estaban planteando una pregunta para ellos mismos: "¿Cómo
podemos transformar las mentes del pueblo?". Así es cómo ellos
finalmente llegaron a interesarse en la leyenda de Shambhala. Desde su
punto de vista, dicha leyenda podría contener algún alto conocimiento que
ellos podían llevar a la Rusia Roja y usar para liderar el comunismo. En
otras palabras, a diferencia de gente como Ungern-Sternberg o sus
compañeros de viaje bolcheviques en Mongolia, que estuvieron más
interesados en utilizar los aspectos marciales de la profecía de Shambhala,
Bokii y Barchenko estaban impacientes por usar los aspectos espirituales
interiores de aquella leyenda.–
Source: http://peopleofshambhala.com/buddhists-occultists-and-secret-societies-in-early-bolshevik-russia-an-interview-with-andrei-znamenski/
La
Biograpfía de Andrei Znamenski
El historiador,
antropólogo y traductor Andrei Znamenski ha estudiado tanto en Rusia, donde
nació, como en Estados Unidos. Ha sido un investigador residente en la
Biblioteca del Congreso de EE.UU., y luego un profesor visitante extranjero
en la Universidad Hokkaido, en Japón. Él ha impartido diversos cursos en la
Universidad de Toledo, la Alabama State University y la Universidad de
Memphis, entre ellos, Civilizaciones Mundiales, Europa Moderna después del
Siglo XVI, Historia Rusa, Nacionalismo desde 1780 e Historia de las
Religiones.
Los
principales campos de interés de Znamenski incluyen la historia del
esoterismo occidental, la historia rusa, así como las religiones indígenas
de Norteamérica, Siberia y Asia Interior, particularmente el chamanismo y
el budismo tibetano. Znamenski vivió y viajó extensamente por Alaska,
Siberia y Japón. Su investigación de campo y de archivos entre los indios
atabascanos en Alaska y los pueblos nativos de Altai (Siberia del Sur) dio
origen al libro Shamanism and Christianism: Native Responses to Russian
Missionaires (1999), Shamanism in Siberia: Russian Records of
Indigenous Spirituality (2003), y Through Orthodox Eyes:
Russian Missionary Narratives of Travels to the Dena'ina and Ahtna
1850s-1930s (2003).
Después de
esto, Znamenski se interesó en la historia cultural del chamanismo.
Procurando contestar por qué el chamanismo se hizo tan popular entre los
buscadores espirituales occidentales desde los años '60, él escribió The
Beauty of the Primitive: Shamanism and Western Imagination (2007) y
editó la antología en tres volúmenes titulada Shamanism: Critical
Concepts (2004). Simultáneamente, él siguió explorando el chamanismo de
los pueblos autóctonos siberianos, viajando a Altai y sus áreas
circundantes. Entre 2003 y 2004, él residió en Japón, donde junto con su
colega japonés el profesor Koichi Inoue, Znamenski trabajó con las itako,
ciegas y casi ciegas sanadoras y mediums de la prefectura de Amori. Y publicó por cierto Red Shambhala: Magic, Prophecy, and
Geopolitics in the Heart of Asia (2011).
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